Individualismo y educación.

A todos nos gusta que se nos aprecie por nuestras individualidades y que se respeten nuestras diferencias a la vez que se nos trate a todos por igual, que tengamos los mismos derechos (o derechos equitativos, pero este tema lo dejamos para otro día).

Esto se aplica también a nuestros hijos. Queremos que se aprecien sus personalidades innatas, sus modos de ser y sus necesidades de desarrollo individuales. Pero el poner esto en práctica no es tan fácil, así que investigamos, leemos, nos unimos a grupos de crianza, y… nos salen métodos, modos y maneras sin fin. El problema es, ¿y ahora qué?. ¿Qué guía sigo?. ¿Quién lleva razón?. ¿Qué funciona y qué no?. ¿Cómo paso de la teoría a la práctica?, ¿Cómo hago para acoplar lo que me dicen a las necesidades de mis hijos?

No es tarea fácil, y menos cuando hay un halo de juicio sobre nosotros, aquellos que dicen tajantemente lo que está bien y lo que está mal. Y aquí es donde veo yo el mayor problema: si concibo a mi hijo o hija como individuo con características propias, con unos estilos de aprendizaje y unos intereses que no tienen por qué parecerse a los de otros niños… ¿por qué nos empeñamos a criarles del mismo modo y bajo las mismas reglas que a otros?

El caso es, en la crianza, como en todo, debemos utilizar el pensamiento crítico: saber qué partes se adaptan a nuestros hijos y qué otras no les van tan bien. Y entender que además el niño, por su propia naturaleza, está en desarrollo, está cambiando constantemente y debemos adaptarnos a los cambios que se producen.

Y sí, eso no quita que hay ciertas pautas que nos pueden ayudar a guiar de un modo más adecuado que además respete la personalidad de cada niño. Por ejemplo, hay ciertas normas de convivencia que se deben fomentar, límites que van a ayudar a nuestros niños a gestionar relaciones sociales, sentimientos, y a conocerse mejor, formar un mejor auto-concepto… Si partimos de estos ejemplos, podemos comenzar con algo tan simple como el saludar, el hablar bien a la gente, etc. No es necesario que los niños besen a todo aquel que se les presenta, al contrarío, debemos apoyarles a que ellos desarrollen un concepto físico, de espacio y contacto; pero un saludo demuestra respeto por sí mismos y por los demás, hace que las relaciones fluyan de un modo más adecuado. El que nuestros hijos saluden adecuadamente parte de nuestro ejemplo (bendito ejemplo!), de la guía que se le ofrezca, que no imposición y de la respuesta que obtenga cuando saluda… o cuando no. Hay niños que pueden tener más dificultad al comenzar este proceso, pero si encima justificamos el que no salude, nos reímos (por nerviosismo, o sencillamente porque nos hace gracia su respuesta), no estaremos ayudando a que haya un aprendizaje adecuado, sino a perpetuar una respuesta que no está apoyando al desarrollo de relaciones sociales y del concepto de uno mismo adecuado.

Como padres, debemos priorizar a nuestros hijos y sus necesidades por delante de todo lo demás: las teorías, los buenos consejos, nuestras propias creencias. Amén de ser capaces de conocernos a nosotros mismos, con toda nuestra historia, y no proyectar en nuestros hijos. Porque al fin y al cabo, queremos lo mejor para ellos, y eso parte del respeto, la aceptación, la flexibilidad y una buena dosis de pensamiento crítico.

“No hay una manera de ser una madre perfecta, pero hay millones de maneras de ser una buena madre”  Jill Churchill

Leer más

Autoestima y Autoconcepto. Pautas para su fomento

La autoestima y el autoconcepto son dos términos que se suelen confundir por su proximidad pero que debemos aprender a distinguir para trabajarlos correctamente con nuestros hijos e hijas.
El autoconcepto es una parte muy importante de la autoestima y es donde definimos quienes somos, qué cualidades tenemos, que sabemos hacer y que no, cómo interpretamos lo que sentimos y lo que hacemos nosotros mismos y en comparación con lo que hacen los demás.
Es con el autoconcepto como base que se forma nuestra autoestima, el cómo nos sentimos con nosotros mismos, qué valor o falta del mismo nos otorgamos.
Por supuesto, ambos varían a lo largo de la vida acorde con las experiencias que vivimos y a las que nos enfrentamos, pero si empezamos con una base sólida, es más difícil que nos derrumben lo que hemos construido. Es por ello que debemos fomentar un autoconcepto adecuado en los niños. Algunas pautas que ayudan en este proceso son:

  • No comparar con otros sino guiar en el conocimiento de sí mismo, haciendo explícitas las cosas que hace, los esfuerzos que realiza, las habilidades que posee… Para ello es muy importante que sepamos escuchar a nuestros hijos, estar presentes durante esa escucha y participar desde una perspectiva que no juzgue desde una postura patriarcal, sino que discuta los argumentos con el niño, respetando las diferencias de ideas.
  • Cuando reforzamos debemos reforzar el proceso en lugar de centrarnos en el resultado: el esfuerzo hecho, las dificultades solventadas, las habilidades demostradas…
  • Cuidado con las etiquetas y atribuciones: malo, tonto, eso no se te da bien, … son palabras que merman e influyen en cómo nuestros hijos se ven a través de nosotros.
  • Dar responsabilidades, dejar que tomen decisiones (aunque sean equivocadas) y se responsabilicen de las mismas, fomentar el que se sientan orgullosos de sí mismos y no sobre-protegerles. Deben aprender a equivocarse y resolver las consecuencias de sus errores.
  • Permitir que expresen sentimientos, todo tipo de emociones: felicidad, ira, orgullo, tristeza… (sí, llorar es totalmente válido), y ayudando a que los gestionen, a que no se queden enganchados en ninguno de ellos, sino que sepan volver a una mayor calma donde además se pueda hablar de lo sentido.
  • Quererles. Desde ese amor incondicional donde aprenden que hagan lo que hagan, se les quiere. Esto además facilita el que se sientan seguros a la hora de SER, ya que se sienten aceptados, lo cual ayudará a que se expresen libremente y así a que podamos guiarles cuando lo necesiten.

Cuanto más fuerte sea la base del autoconcepto y por ende de la autoestima, menor será el impacto del entorno. Pero este es un trabajo continuo, y una vez la base está formada, debemos seguir nutriendo a nuestros niños con las herramientas necesarias para seguir fomentando un autoconcepto y autoestima saludables.
“Los padres tienen que llenar el cubo de la autoestima del niño tanto, que el resto del mundo no puedan perforar agujeros suficientes para secarlo” Alvin Price

Leer más
× ¿Cómo puedo ayudarte?