Un nuevo ataque terrorista. Más muertes y heridos, y miles de comentarios, imágenes, noticias…

Estamos en un momento en que los ataques de este tipo ya ni siquiera nos sorprenden, se producen demasiado frecuentemente, y todo llega a oídos de los niños, de un modo u otro.

A menudo he oído a padres que abogan por ocultar este tipo de informaciones a los niños. Yo no estoy de acuerdo. No podemos envolver a los niños en una burbuja, no podemos ocultarles lo que hay ahí fuera, porque además, no debemos. Vivimos en el mundo en que vivimos y nuestro trabajo es dar las herramientas suficientes a los niños para poder enfrentar lo que venga. Y las herramientas que ayudan a lidiar y gestionar emociones, son imprescindibles. Además, si intentamos ocultar información a la que ellos mismo van a estar expuestos de un modo u otro, podemos estar fomentando el que se convierta en un tema tabú, algo de lo que no se habla, y por lo tanto no se pregunta.

Eso sí, hablemos desde lo que los niños perciben, desde sus preguntas, desde su momento madurativo más que cronológico.

Cuando nosotros, como adultos, nos enfrentamos a noticias de este tipo, las procesamos de un modo en que la experiencia previa tiene mucho peso. El haber sido testigos de este tipo de situaciones, el haber hablado de ellas, discutido temas ligados a ellas, etc., hace que las podamos enfrentar con mejores herramientas. Pero los niños no tienen experiencias de este tipo, o no tantas ni vividas del mismo modo. Al menos no todos los niños. Algunos pueden no sentirse afectados por este tipo de hechos y no debemos presionar para hablar del tema si no es necesario.

La clave aquí, está en  que los niños se sientan cómodos al hablar de ello con las personas de más confianza, con los adultos más allegados (padres, abuelos, profesores…), de un modo claro, que va a permitir calmar los miedos y preocupaciones que, de otro modo, van a seguir procesando pero, ellos solos, probablemente en silencio, y que seguramente no contribuyan más que para intensificar estos miedos.

Una de las partes más difíciles de hacer es, por nuestra parte, la imagen adecuada de calma. Cuando estamos apenados, alterados, desconcertados… podemos estar dando una imagen de miedo a los niños. Es por ello que debemos explicar nuestros propios sentimientos, dejando claro que el miedo no es el principal, ya que este tipo de eventos no ocurren tan a menudo. Sin embargo, no evitamos el miedo ya que es algo real, sino que lo situamos dentro de unos límites adecuados.

Como ya he mencionado, debemos también tener en cuenta, no la edad cronológica, sino la madurez de cada niño, y adaptar entonces la información que ofrecemos y cómo la ofrecemos. Una de las premisas principales es la de ofrecer seguridad, que con los niños más pequeños pasa por el contacto con nosotros y el sentir nuestra propia calma (por supuesto unida a todas las otras emociones que sintamos, y siempre expresándolas y explicándolas), y en los más mayores puede llevar a una discusión donde, además de ofrecer seguridad y calma, se resuelven todas sus dudas, o al menos las que podamos.

El que haya una mayor presencia policial, puede que a nosotros nos resulte intimidante e incluso preocupante, pero a los niños no les resulte más que curioso y que ni siquiera enlacen esta presencia con los atentados.

Y es que con el terrorismo, hay muchas preguntas que quedan por resolver, muchas cuestiones que no pueden tener respuesta simple. Aquí, y como educadores que todos somos de nuestros hijos, es donde debemos ser capaces de dar la información de un modo objetivo y respetuoso. Responder a las preguntas que ellos tengan, y a las que sepamos responder, que en ocasiones tendremos que decir “eso no lo sé”. Ayudar a que el pensamiento discurra de un modo crítico y que permita analizar hechos objetivamente, para que los niños tengan una visión más abierta y rica del mundo, y sepan enfrentarse a este tipo de hechos con mejores herramientas.

“Nuestro trabajo no es endurecer a nuestros niños para enfrentarse a un mundo cruel y sin corazón. Nuestro trabajo es criar niños que harán que el mundo sea un poco menos cruel y sin corazón” L. R. Knost