Como padres, todos sabemos que hay cosas que debemos evitar: dar mal ejemplo, decir palabrotas, gritar… Pero saberlo y decirlo, es mucho más fácil que llevarlo a la práctica.

A menudo me dicen los padres que lo difícil es el mantenerse, el seguir aguantando la calma y la paciencia cuando ya has repetido lo mismo 20 veces. Y sí, es cierto, el mantener la actitud adecuada requiere esfuerzo y práctica.

Seguramente hayáis oído muchas veces eso de «cuenta hasta…» antes de actuar. Esto se debe a un intento de recuperar la razón, evitar que la emoción, en estos casos la frustración, la ira, etc., sigan tomando control y nos hagan reaccionar de un modo que, a largo plazo, no hace más que provocar miedo y rechazo, pero que no ayuda ni a nosotros ni, sobre todo, a nuestros niños.

Sabemos además que el tono es muy importante en cómo hablamos a los niños, y que de nuestro ejemplo aprenden más que de nuestras palabras, por lo que debemos esforzarnos en trabajar esta parte delante de ellos.

Entonces, ¿Cómo podemos hacer que la parte emocional de nuestro cerebro deje de tomar control y la parte racional se imponga? Vamos a probar un truquito sencillo que con la práctica se vuelve más fácil de aplicar.

Pongámonos en situación: Estamos a punto de perder el control, nuestra paciencia se está acabando y el grito está a punto de salir:

1º: Debemos sentir nuestro cuerpo. Conectar. Esto quiere decir que sintamos nuestros pies en el suelo, nuestra espalda y trasero en la silla… que nos afiancemos en ello sintiendo nuestro cuerpo conscientemente en el entorno.

2º: Busca la parte tensa de tu cuerpo: a la vez que la tensión emocional incrementa, también lo hacen ciertos puntos de nuestro cuerpo. No es lo mismo para cada persona, pero siempre me sorprende lo fácil y rápido que le resulta a la gente encontrar ese punto: puños cerrados, cuello o espalda tensa, mandíbula apretada…. 

3º: A la vez que recuperas un buen ritmo respiratorio, que seguramente se había empezado a acelerar, suelta la parte tensa, deja que se relaje ese punto con un par de respiraciones.

Y ya está. Nuestro cerebro racional vuelve a ser capaz de actuar sin la parte emocional anulándolo.

Una vez hayáis seguido estos pasos, encontraréis que os resulta más fácil volver a tomar control de la situación, responder de un modo más adecuado. Y sólo os ha llevado unos segundos, que con práctica, se hacen incluso más rápidos.

A practicar mucho, y no olvidéis que esta técnica os puede ayudar en cualquier situación de conflicto. Ánimo!

«Un hombre en calma es como un árbol que da sombra. Las personas que necesitan refugio se acercan a él.» Toba Beta