Entre las áreas que suelo trabajar, una de las principales preocupaciones que suelen llegarme son los llamados problemas de conducta. Como podéis ver arriba, y tal y como ya sabéis los que me conocéis bien, mi modo de ver dichos problemas es algo más amplio: acciones que otros, generalmente los niños, realizan y que a nosotros nos suponen un reto, nos resultan difíciles de afrontar.

Estas conductas por supuesto, siempre tienen una base, una más grande y más importante que aquello de «me quiere fastidiar». Entre las muchas razones que podemos encontrar están la dificultad de comunicar adecuadamente lo que la persona está viviendo, sintiendo, percibiendo,… También podemos encontrar aprendizajes afianzados en base a experiencias, observaciones de otros… Dificultades de procesamiento de la información recibida, de relación con otros, de expresión de emociones…. Todas ellas son posibilidades de razones ocultas bajo la conducta.

Decidir qué conductas son realmente un problema, cuáles hay que redirigir, trabajar, ayudar a que expresen de un modo más adecuado… suele ser más difícil de lo que parece a simple vista.

Por lo tanto tenemos que:

  • la conducta no es lo que principalmente debemos trabajar, sino lo que provoca esta conducta, dando estrategias proporcionales a la dificultad. De este modo trabajamos de modo PROACTIVO en lugar de REACTIVO.
  • debemos tener un plan para intervenir cuando, aún trabajando la base, la conducta se sigue produciendo, pero teniendo en cuenta qué conductas son realmente un problema (seamos objetivos y echemos un poquito de sentido común), y qué conductas pueden no parecer problemáticas ahora o en este momento pero, en otros contextos o más adelante sí pueden resultar un problema.

Este será nuestro punto de partida para trabajar aquellas conductas que nos resulten retadoras, ayudando a que nuestros hijos desarrollen estrategias adecuadas y útiles.

“Act the way you’d like to be and soon you’ll be the way you act.” George Crane