Antes de comenzar con las estrategias, os invito a leer, si no lo habéis hecho ya, el anterior blog sobre TDAH: Conducta y TDAH. Acercándonos a entender el comportamiento de los niños con trastorno por déficit de atención, el cual se basaba en entender lo que observamos en la conducta desde otra perspectiva, cambiando así nuestra actitud y con ello nuestro modo de actuar. Y recordar que, aunque con ciertas particularidades del cerebro del niño con TDAH, estas estrategias se adaptan a la mayoría de los niños.

Nuestro PRIMER PASO pues, será el partir desde esta actitud más empática, positiva y de apoyo, y para ello debemos estar preparados, ser capaces de dejar de lado por un rato, o simplemente deshacernos (algo de lo que hablaremos más adelante, técnicas que os pueden ayudar a ello), de esos sentimientos de frustración y enfado, y de todo aquello que vaya a interferir en ayudar al niño o niña a mejorar sus estrategias.

Porque de eso se trata, de enseñar mejores estrategias, herramientas que le puedan ayudar a enfrentarse a situaciones similares de un modo más positivo para todos.

Entonces viene el SEGUNDO PASO: sacarle de la situación. Por supuesto, nada de Time Outs, Rincón de Pensar, ni nada por el estilo. De ese modo lo único que hacemos es atentar contra la auto-estima del niño haciéndole sentir mal, quitárnoslo de en medio, y tenerle «pensando» en ¿cuándo puedo volver?, ¿cuánto va a durar?, quiero volver a jugar, soy malo otra vez… ningún pensamiento positivo ni que le ayude a progresar, a realizar aprendizajes productivos. No, el sacarle de la situación se trata de dar un espacio seguro y acompañado, donde se trate de buscar alternativas y de obtener aprendizaje. Por lo tanto, salimos de la situación, pero de un modo que no represente un enfado, un castigo, por lo que nuestro papel vuelve a ser fundamental: mantenemos una buena actitud y calma.

El TERCER PASO se centra en la conversación. Pedimos que el niño o niña nos cuente qué ha pasado desde el principio. Para ello deberemos ayudar con preguntas abiertas ya que tienden a quedarse en lo último, la parte que ha hecho que todo se convirtiese en un problema: si ha pegado, el que haya pegado, si ha quitado el juguete, el que lo haya quitado… Pero debemos indagar en lo que ha pasado durante el proceso que ha llevado a esa conducta. Y sí, es necesario que expliquemos que la conducta no ha estado bien, pero mucho cuidado con el tono en que lo decimos, ya que no queremos que el niño se sienta mal y su cerebro se centre tanto en esa emoción que bloquee todo lo que se le diga a continuación. Debemos conectar emocionalmente, hacerle ver que aceptamos lo que ha estado sintiendo, aunque nos cueste entenderlo, debemos aceptar que así es como él lo siente. En el caso de los niños con TDAH, y debido a como suelen procesar la información, es importante que hagamos que repitan lo que les hemos dicho. Un sí al ¿me has entendido?, no sirve de nada, porque seguramente ni nos han escuchado. Repetimos tantas veces como haga falta para facilitar la comprensión.

Una vez hemos desenmarañado lo que ha llevado a esa conducta final, buscamos el plan. Este sería nuestro CUARTO PASO, buscar una alternativa para la próxima vez que se vuelva a ver en una situación similar. Aquí todo vale: desde una frase que decirle a la otra persona para parar la situación, una negociación, búsqueda de un adulto que reconozca la situación y que de una palabra clave para facilitar el control emocional, técnicas de respiración, uso de materiales que ayuden a calmar las emociones surgentes… Habrá que adaptarse a cada situación, pero siempre buscando que sean estrategias fáciles de aplicar (especialmente al principio), y que se puedan generalizar a otras situaciones.

Pero no, aquí no se acaba la cosa. Ahora hay que ir al QUINTO PASO: practicar la estrategia. Esta parte es fundamental. Al niño le cuesta al principio, pero a los adultos nos cuesta mucho más. Por ello es importante que estemos bien predispuestos a ello. Debemos practicar lo discutido, utilizando un escenario muy similar al ocurrido, donde el niño es él mismo y nosotros la persona o personas con las que ha habido el conflicto. Un rol play que además incluya algo de diversión, pero sin olvidar el objetivo principal: practicar la respuesta adecuada ante la situación. Y si se debe practicar más de una vez, ¡pues a por ello! Además, esta práctica, será lo que nos ayude a ver si la estrategia elegida es adecuada para el niño, si puede llevarla realmente a cabo o no, y si no es así, poder ajustar.

El que nos lo pasemos bien durante el rol play, ayuda con el SEXTO PASO: reestablecer la relación y restituir el daño. Cuanto mejor se sienta el niño, más fácil será el que pueda acercarse a la otra persona y ayudarle a reparar lo que se ha estropeado. Una caricia, ayudar a reconstruir la construcción que ha empujado, un papel nuevo para el dibujo que ha estropeado… esos son modos de volver a establecer la relación. Por supuesto, la otra persona está en su derecho de rechazar esta ayuda y este acercamiento, y debemos preparar al niño para ello, pero de nuevo elogiando el esfuerzo hecho en este proceso de aprendizaje, de modo que el niño se sienta bien consigo mismo y todo esto tenga un impacto de verdad y positivo. Una nota respecto al «perdón»: no suele tener ningún significado para el niño. Se convierte en una palabra repetida sin contenido que nos saca de situaciones sin aprender estrategias mas adecuadas. No digo que no se deba usar, ojo, que hay que aprender a pedir perdón y decir «lo siento», pero con sentido y sin dejar de lado otras estrategias.

Y ya sólo nos queda el SÉPTIMO PASO, el retorno a la rutina. Facilitaremos que el niño se vuelva a incluir en las actividades que toquen, sintiéndose seguro, porque con todo esto, está siendo escuchado, está aprendiendo, no está rumiando en un rincón él solo lo «malo» que es, cuando ciertamente no lo es. Debemos hacerle entender que todos cometemos errores, que todos tenemos algo que nos resulta más difícil de hacer, pero que todos podemos aprender a hacer las cosas mejor. Y ese episodio ya ha terminado, ha sido trabajado y resuelto, y no debe ser una carga, algo que se le recuerde desde una perspectiva negativa (acuérdate de lo que has hecho), sino que, si se menciona, debe hacerse desde el trabajo y esfuerzo realizado para aprender un modo mejor de relacionarse.

Con mucho cariño y con mucha constancia. Porque este es un camino largo, pero con resultados a largo plazo y mucho más positivos.

«…I am not afraid of storms, for I am learning how to sail my ship.» Louisa May Alcott